LORCA
- concursoaha
- 24 may 2017
- 1 Min. de lectura
Me llamo Lorca porque nací un 5 de junio, igual que el poeta. Pero yo no escribo ni tengo amigos artistas. Sin embargo, vivo en la misma ciudad extranjera que él decía que le atrapó en sus redes de alambre y muerte, como si fuera una telaraña de geometría y angustia. Tampoco hablo español, solo inglés, pero mis padres se enamoraron con sus versos gitanos y me bautizaron así, como si fuera un regalo porque fue la única herencia que me dejaron.
Cuando era pequeño, los otros niños se reían de mí porque éramos pobres y siempre me preguntaban de dónde había salido mi nombre bohemio. Al volver a casa, triste y derrotado por las burlas ajenas, mi madre me acariciaba el pelo y nunca se cansaba de repetirme que yo llevaba el apellido de un genio. Él también estaba maldito y, pisoteado por el peso de la vida, había acabado desvalijado en una cuneta de la historia. Sin embargo, su poesía estaba viva.
Fue entonces cuando aprendí que los poetas nunca mueren. Hoy en día, mi homónimo sigue brillando como una estrella muerta en universo infinito que nunca apaga las luces antes de irse a dormir, ni durante la noche más insomne. De él aprendí que la vida es un soneto, si bien nuestros caminos no podrían ser más dispares, pero al final siempre se encuentran en las cinco letras que los dos compartimos.
Autora: MartaFinazzi
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